En la actualidad, es común ver a mujeres desempeñándose en la medicina en todo tipo de especialidades, sin embargo esto no hubiera sido posible sin que una mujer se atreviera a hacerlo a finales del siglo XIX. Se trata de Matilde Montoya que pese a muchísimos obstáculos y tener que empezar desde cero en más de una ocasión, logró convertirse en la primera médica mexicana.

Matilde nació en 1857 en la Ciudad de México, desde muy pequeña fue muy aplicada en el estudio gracias a las enseñanzas de su mamá, quien dicen que fue quien influyó a que Matilde decidiera estudiar medicina. En 1870 se inscribió a la carrera de obstetricia en la escuela Nacional de Medicina, una ocupación común entre las mujeres de la época, sin embargo se vio obligada a dejarla después de un año por el fallecimiento de su papá y la falta de recursos económicos. Pese a las adversidades logró ejercer como obstetricia por un tiempo en Morelos.

Aunque ya había logrado desempeñarse en temas de la salud, Matilde quería lograr ser médica. Decidió intentar en la Escuela de Medicina en Puebla, en donde aprobó el examen de admisión y empezó sus estudios. Era claro que Matilde tenía pasión y compromiso con la medicina, sin embargo a varios compañeros no les parecía normal que estuviera ahí. Debido a esto recibió un sin fin de acusaciones, entre ellas de ser masona y protestante. Al quedarse sin pacientes y con la sociedad en contra, tuvo que dejar Puebla y buscar un nuevo lugar para seguir buscando su sueño.

Matilde se mudó a la Ciudad de México y buscó entrar a la Escuela Nacional de Medicina, una escuela en donde prácticamente las mujeres no podían ingresar pues se les excluía de las materias que creían no eran apropiadas para ellas, además de diversos procedimientos prohibidos para las mujeres por considerarse impúdicos. Sin embargo Matilde consiguió gracias a una carta, que el presidente de la República Porfirio Díaz, le otorgara el derecho a presentar el examen y fue aceptada a los 24 años.

Matilde logró concluir sus estudios y obtener su título en 1887. Este suceso causó conmoción en todo el país, pues hubo quienes aplaudieron este gran logro y otros que se negaban a aceptarlo, pensando en que las mujeres debían cumplir el único rol de tener hijos y ser amas de casa.

Matilde fue una mujer revolucionaria, pues no solo rompió el techo de cristal sino también defendía los derechos de las mujeres y era un claro ejemplo de lucha. Formó parte de diferentes grupos feministas de la época y sin duda marcó una época en donde inició el cambio de paradigmas de género en el país.

Después de una importante carrera, se retiró de la medicina a los 73 y falleció 6 años después. Gracias a la valentía de Matilde, es que hoy vemos a más mujeres dedicando su vida a salvar y ayudar a otros, quienes siguen luchando ahora por ocupar lugares de representación, salarios equitativos y un piso más parejo para ejercer.